Hola a todos, y bienvenidos a un nuevo artículo del blog de jueces latinoamericanos. Este año voy a cumplir diez años como juez certificado, por lo que he reflexionado mucho sobre las diferentes cosas que he aprendido como Juez y sobre cual de estas debería de hablar. Recordando momentos difíciles del programa, recordé que muchos jueces (y en especial, candidatos a L3) tienen problemas a la hora de realizar una autoevaluación. Veamos entonces el porqué este ejercicio no solo le sirve a los L3 (y candidatos a L3) y de paso desmentimos algunos prejuicios.
A la hora de arbitrar, se habla de muchas cualidades que deben de tener los jueces. Una a la cual se le hace mucho énfasis es a la evaluación y mentoreo de otros jueces; todas las pruebas de certificación van acompañadas de una entrevista y una evaluación escrita que debe ir en JudgeApps, y las evaluaciones como tal son de las cosas que más se le pide a los jueces que hagan en un evento. Con esto y todo, son pocas veces que los jueces se evalúan a sí mismos de forma consciente. Muchos jueces pasan todo su tiempo del programa sin escribir una autoevaluación; esto no tiene nada de malo, la verdad sea dicha. Escribir una autoevaluación no es para nada necesario. Aun considerando esto, el tener la capacidad de introspección necesaria para mirar nuestras acciones con un ojo crítico nos permite crecer y mejorar en diferentes ámbitos.
Ventajas de la Autoevaluación
La capacidad de Autoevaluación es una destreza mucho más importante de lo que se cree. En cursos universitarios, muchos estudiantes ven una calificación que depende de una autoevaluación como una oportunidad de subir su promedio, o una tarea donde no deben “regalarse demasiados puntos.” Esto se debe, en parte, a la incomodidad que conlleva hacer una introspección verdadera y efectiva; por un lado, a nadie le agrada analizar sus debilidades y sacarlas a la luz, y por otro, siempre nos han enseñado que debemos ser humildes y no presumir de nuestros logros y fortalezas para no sonar arrogantes y engreídos.
El hacer un buen ejercicio de autoevaluación tiene ventajas tangibles, tanto dentro del ámbito del programa de Jueces como en otras áreas de la vida. Al tener claro cuales son nuestras fortalezas y debilidades, podemos anticiparnos a situaciones problemáticas y potenciar nuestro crecimiento personal, previendo tanto soluciones posibles como formas de propiciar situaciones donde podamos aprovechar al máximo nuestros talentos.
Sí somos conscientes de que lidiar con conflictos nos genera ansiedad, podemos buscar apoyo antes del evento en otros jueces para tener un compañero que sirva de “ancla” en dichas situaciones, que nos apoye cuando tengamos que lidiar con ellas, o que llegado el caso, lidie con ellas por nosotros si no nos encontramos en condiciones de hacerlo. El no reconocer algo como esto podría llevar a situaciones terribles para todos los involucrados.
Fortalezas y debilidades
No podemos decir “se me dificulta un poco…” cuando la realidad sea “las situaciones conflictivas me generan ansiedad, al punto que me puede dar un ataque.” Es bastante común que nos atemorice hablar de nuestras debilidades con otros; ¿qué pasa si consideran que no somos lo suficientemente buenos? ¿Qué pasa si defraudamos a los demás al pedir ayuda? ¿Qué pasa si fracasamos en X o Y tarea? Hay varias cosas a considerar a la hora de enfrentarnos a estos miedos. Por un lado, suele ser peor el no comunicar nuestras debilidades de forma oportuna. Es mejor pedir ayuda de forma anticipada a permitir que una situación se salga de control o empeore solo para intentar preservar la imagen que los otros tienen de nosotros (irónicamente, este resultado suele ser peor que la alternativa). Recuerden que en un evento, todo el resto del equipo, tanto jueces como staff, está ahí para sacar el evento adelante. Esto implica, por definición, que están dispuestos a ayudarnos ante las eventualidades y dificultades que se nos presenten.
Así como conocer nuestras debilidades nos permite prepararnos para situaciones adversas y potencialmente complicadas para nosotros, el conocer nuestras fortalezas nos permite trazar una especie de plan de batalla que fomente situaciones en las que nos sentimos cómodos.Por ejemplo, si sabemos que somos buenos…
- …Distribuyendo recursos de jueces y espacios, podemos solicitar trabajar en los eventos por demanda en un Magic Fest
- …Educando a otros jueces, puedo crear situaciones durante el dia que me permitan interactuar con los otros jueces
- …Realizando revisiones de mazos y una de mis metas para el evento es interactuar más con otros jueces, puedo proponer al equipo utilizar mis métodos (y comparar resultados)
El reconocer nuestras fortalezas y comunicarlas claramente a otros no es algo sencillo de hacer; todos tenemos la idea en la cabeza de que debemos de ser humildes ante todo y el temor de que quedemos como arrogantes y pretenciosos si alardeamos de nuestro desempeño es real. La diferencia entre jactarse de algo y reconocerlo es bastante grande. No debemos de descartar las ideas de los demás ni asumir que tenemos la solución correcta todo el tiempo; lo que debemos hacer es analizar las propuestas de los otros, compararlas con las nuestras y explicar por qué discrepamos o concordamos en diferentes aspectos, respaldando los argumentos con la experiencia que tenemos (y reconociendo que pueden existir variables diferentes de situación a situación).
Cuestión de expectativas
Vale la pena mencionar que el conocer nuestras fortalezas y debilidades implica tener expectativas realistas y razonables sobre nuestro desempeño. Muchas veces, escuchamos a alguien decir algo como “yo soy mi peor crítico.” Esto suele ser por que es un comportamiento casi natural en las personas, y esto es especialmente cierto entre los jueces, el que nos evaluemos con métricas drásticamente diferentes que las que usamos sobre nuestros pares. Nuestro temor de decepcionar a las personas que confían en nosotros y nuestro deseo de sobresalir y hacer un buen trabajo hacen que nuestras expectativas para los demás sean mucho más razonables que las que tenemos para nosotros.
Por ejemplo, de forma casi unánime, si a un Juez de piso le preguntan, “¿Que harias si descubres a otro juez vomitando en el baño?”, suele responder “Buscar que se tome un descanso”, “Hablar con el líder de equipo y/o Juez Principal para que lo dejen salir temprano.” De estos Jueces, no es extraño encontrar que cuando son ellos los que se enferman, suelen quedarse en el evento, disimular que se sienten mal y ayudar en todo lo que sea posible porque “el equipo/evento me necesita.” De forma similar, tratan los errores de los demás de forma mucho más laxa que sus propios. Un buen ejercicio de autoanálisis nos permite recordar que nuestros errores no son el fin del mundo y que podemos anticiparnos a ellos, sea de forma personal o en conjunto con todo el equipo de trabajo.
Entonces, ¿cómo podemos realizar una buena introspección partiendo de la premisa que nuestro comportamiento natural es juzgar nuestras acciones y cualidades de forma diferente a la de los demás?
Desafortunadamente, no hay un método infalible. Lo que puedo ofrecerles son consejos sobre cómo “alejarnos” un poco del centro emocional del asunto, para poder dejar atrás los prejuicios que tenemos y lograr evaluarse de forma crítica y objetiva.
Comparar percepciones
Una buena idea es comparar nuestras percepciones con las de nuestros pares a quienes estimamos y respetamos. Ojo: la idea es comparar percepciones y no acciones. El comparar acciones puede alimentar estos prejuicios que tenemos en lugar de superarlos. Podemos tomar la retroalimentación que nos dan y analizar por qué exactamente tienen esa opinión. Si creemos que están equivocados, ¿por qué creemos eso? ¿Qué sabemos nosotros que ellos no? ¿Acaso tenemos ese mismo tipo de información sobre nuestros pares cuando formamos nuestras opiniones sobre ellos, o simplemente asumimos cosas?
Analicemos un ejemplo. Al estar conscientes de que se nos dificulta las reglas de Disparos Olvidados, optamos por estudiar constantemente antes de un evento. Un juez del evento nos dice que está impresionado con nuestro conocimiento de reglas al vernos resolver una situación complicada. De este intercambio, podemos ver que:
- El otro juez no sabe que tanto estudiamos antes de cada evento
- Nosotros (normalmente) no sabemos qué tanto se ha preparado el otro juez para este evento
- El hecho de que estudiemos (y que el juez no lo sepa) no cambia la percepción de los demás sobre el resultado final.
- No debemos de analizar cómo hubiera actuado el otro juez, simplemente su percepción de nuestras acciones. No es razonable creer que está equivocado por falta de contexto cuando nosotros mismos no tenemos ese contexto respecto a los demás.
El conocer nuestras fortalezas, inseguridades y temores nos ayuda a reconocer cuando podríamos estar sacando las cosas de proporción y buscar la opinión de un tercero objetivo para ayudarnos a aterrizar estos sentimientos.
- Si tenemos problemas de seguridad y confianza y no estamos seguros de la forma como nos fue liderando un draft al micrófono, podemos preguntarle a otros jueces que opinaron. Nuevamente, la idea no es concentrarse en que hubieran hecho sino en por que tienen la opinión que tienen.
- Si creemos que la preparación de un torneo es algo “trivial” (o por el contrario, que es algo que veo como un monolito insuperable de complejidad), podemos conversar con alguien para determinar qué opinan sobre cómo nos sentimos y si les parece que nos estamos preparando de forma correcta.
En conclusión
La introspección y autoevaluación son ejercicios incómodos, ya que involucran romper con prejuicios interiorizados, a mirar con lupa y a aceptar nuestras debilidades y a buscar hacer las paces con nosotros mismos para avanzar y mejorar. El temor a ser considerados insuficientemente buenos, de que nos vean como arrogantes o de “engañar” a los demás dificulta el proceso. Como con muchas cosas, la práctica es necesaria. Espero este artículo les haya dado algunas herramientas que les permitan comenzar a realizar ejercicios de autoevaluación y con ellos, mejorar y crecer dentro del programa y por fuera.