Ahora, ¿a qué vengo con esto? Si bien es cierto, el concepto mismo es algo falso, sí es importante que nosotros manejemos un concepto de lo ideal, pues este nos da un camino el cual seguir, una meta a lograr. Podemos plantearnos metas y retos dentro del programa que nos ayuden a mejorar como jueces y personas, logrando en la marcha ir acercándonos más y más a aquello que consideramos “perfecto” y a nuestras metas. Cabe recalcar que para lograr todo esto, debemos seguir un proceso, el cual es el tema que traigo hoy, el círculo de mejora continua.
Vernos al espejo y a la distancia
Lo primero que quiero aclarar es que, aunque estamos hablando de mejora continua, dicho proceso también sirve para empezar algo, cualquier cosa que sea una meta, tanto en el programa de jueces, como en nuestra vida cotidiana. Después de todo, el ciclo realmente es un sistema evolutivo que genera cambios en nosotros mismos.
Aunque suene cliché, la verdad es que para poder afrontar cualquier problema o situación, el primer paso es reconocerlo. Hacer esto nos trae a una encrucijada en donde tenemos dos opciones. La primera, aceptar dicho problema tal como está y no hacer nada al respecto. Esta decisión suele ser la menos indicada que podemos tomar, pues genera un ambiente en donde podemos crear un monstruo a partir de algo simple, es un efecto parecido al de una bola de nieve que vemos en las caricaturas. El otro camino de esta bifurcación es decidir empezar un cambio que nos lleve a una meta deseada, a lo “perfecto”.
Cuando decidimos actuar, debemos empezar con un auto análisis del punto donde estamos. Esto lo vemos en varias partes del programa de jueces, después de todo, uno de los requisitos para L3 es la self review. Es importante que podamos vernos en el espejo para reconocer nuestras fortalezas y debilidades. Dicho trabajo no siempre puede ser sencillo, pero aquí es donde podemos apoyarnos en nuestros compañeros, pidiéndoles “reviews”. Una ventaja de pedir un “review” es que una persona externa puede tener un panorama mucho más amplio al que nosotros tenemos y eso nos ayuda a aumentar nuestro rango de visión.
Una vez que logramos ver nuestras fortalezas y debilidades, debemos acudir al “perfecto”, el cual es nuestra meta a lograr. Por ejemplo, ¿tenemos problemas con IPG? Nuestro ideal sería mejorar eso, lograr ya no contar con dicha debilidad y lo mismo puede aplicar para cualquier tema. Con esto, logramos trazar un camino que deseamos seguir. Quiero aquí aclarar lo que realmente es mejorar. Mejorar en realidad es una distancia que debemos recorrer para alcanzar nuestras metas. Si no nos acercamos a nuestro “perfecto”, no mejoramos.
Planeando la ruta y siguiendo el camino
Una vez que hemos logrado definir los dos puntos de nuestro camino, siendo el punto A el lugar donde estamos y el punto B el lugar al que queremos llegar, es momento de planificar la ruta. Esto es importante ya que seguir un camino a ciegas puede llegar a alejarnos de nuestro ideal o alargar dicho proceso. Para esto, también debemos tener un entendimiento del problema y nuestras capacidades, para poder crear un plan efectivo y ampliar nuestra vista a otras opciones. Por ejemplo, si queremos mejorar nuestro conocimiento de IPG, el plan natural a seguir podría ser leerlas varias veces, pero aquí surgen variables inesperadas. Una variable puede ser que a nosotros realmente se nos sea más fácil aprender estando de juez en torneos o viendo videos del tema, entre muchas otras.
La ventaja de este ciclo evolutivo, es que el mismo contempla estas variables, pero de eso hablaré después. Por último, siempre es recomendable al crear el plan, definir plazos para el mismo, pues estos plazos nos permiten mantenernos siempre avanzando.
Definido nuestro plan, llega el momento de implementarlo. Aquí será importante mantenernos fieles al mismo y es cuando realmente nuestra mejora empezará, pues poco a poco iremos acercándonos a ese concepto de juez “perfecto” al que aspiramos.
Una meta eterna
Cuando las condiciones establecidas se hayan cumplido (plazos, sub metas), es momento de sentarnos a analizar si realmente hemos llegado al punto que queríamos. ¿Acaso nuestro conocimiento de IPG es el deseado? Nuevamente nos enfrentamos a otra bifurcación, pero esta vez ambos caminos llevarán al mismo lugar. Si no logramos nuestros objetivos, debemos empezar a analizar qué fue lo que falló y qué cambios podemos hacer en el proceso que nos lleven a nuestro “perfecto”. Aquí es donde debemos empezar a considerar las variables que mencioné anteriormente e implementar dichos cambios. Ahora, si hemos logrado nuestro objetivo, podemos empezar a buscar nuevas metas y trabajar en ellas.
Lo que tenemos que tener en cuenta es que siempre habrá un área a mejorar y desarrollar. Vuelvo aquí un poco al inicio cuando mencioné que la perfección es solo una idea ilusoria en nuestras cabezas. La realidad es que nuestro camino siempre será una asíntota a la perfección, poco a poco se irá acercando, pero nunca llegaremos realmente a ella. A decir verdad, en el momento en que una persona crea que ya se encuentra en dicho punto, posiblemente sea cuando más lejos esté de él, pues naturalmente se irá desgastando y alejando poco a poco del ideal, deteniendo su ciclo evolutivo.
Dicho lo anterior, es que nace la necesidad de siempre mantener el ímpetu. Recordemos que lo que buscamos es ir mejorando de manera continua, entonces, no detenernos es sumamente importante. Para esto debemos comprender cosas que nos plantea el ciclo, una de las primordiales es que el fracaso realmente nunca fracasa. A lo que me refiero con esto es que si algo en el ciclo falla, igual nos acercamos a nuestra meta, ya que descubrimos algo a corregir. Aquí es donde me viene a la cabeza dos frases, la primera de la película “Meet the Robinsons”, la cual es “Camina hacia el futuro”; y la segunda de Albert Einstein que dice “Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados”. Ambas se basan en la necesidad de ir evolucionando y entender del fracaso. Naturalmente, si algo no sale como se esperaba, el fallar puede hacer que nos frustremos y perdamos el ímpetu, pero no debemos dejar que esto nos detenga de buscar nuestro “perfecto”. Por ejemplo, si no logramos pasar nuestro examen de L2, es momento de aprender de nuestros errores, analizar qué no salió como lo planeado y volver a empezar un ciclo de mejora. Lo que debería pasar siempre, es que al llegar al final del ciclo y ver si logramos nuestras metas, volvamos a empezar el mismo basados en la información que logramos recolectar del proceso anterior. Al final el verdadero fracaso siempre será no hacer nada.