Hola a todos, y bienvenidos a otra publicación del blog de jueces latinoamericanos. En esta ocasión, quiero hablarles de la importancia de los errores en el proceso de aprendizaje de los jueces. Muchos jueces ya han hablado de la importancia de aprender sobre nuestros propios errores, siendo el más reciente Carlos Maripangui quien preparó un artículo con algunas de sus experiencias. Sin embargo, hoy no quiero repetir más ese enfoque; hoy quiero hablar de la importancia de los errores de otras personas.
Muchas veces, cuando veo a un juez que apenas ha comenzado a participar en eventos competitivos, les noto un entusiasmo increíble. Quieren ayudar en todo lo que puedan en todo momento. Esto sigue siendo cierto independientemente del nivel del juez; muchas veces el deseo de que el evento salga bien o el sentimiento de responsabilidad que conlleva un nuevo nivel o rol dentro del programa nos lleva a hacer hasta lo imposible para que todo salga bien.
Incluso yo lo hice en diversos momentos de mi tiempo como juez. Una de las cosas que más me ha costado aprender es el delegar tareas y el confiar en mis compañeros en un evento. Solía terminar los fines de semana exhausto después de hacer labores de todos los equipos, de ser el primero en llegar y el último en irse. Ahora, no me malinterpreten: esforzarse no tiene nada de malo. El problema comienza cuando comenzamos a intentar solucionar todos los problemas posibles todo el tiempo. No sólo por la fatiga que nos podemos causar, ni por la posibilidad de desatender nuestras tareas, sino porque quizá hemos evitado que alguien aprenda de la experiencia de trabajar sin el apoyo que le brindamos.
Pero, ¿por qué?
Bueno, si partimos de la premisa que “de los errores se aprende,” el salirnos de nuestros papeles asignados y cuidar de nuestros compañeros de negro para hacerles la vida lo más fácil que podamos constantemente, puede eliminar la posibilidad de que ellos cometan errores de los cuales van a aprender.
Para ejemplificar, quiero contarles sobre el torneo Nacional de Colombia del 2017. Este sería el primer evento multi-formato en muchos años en el país, y la “nueva generación” de jueces no estaba acostumbrada a este tipo de eventos. Sin embargo, aprovechamos la oportunidad para asegurarnos que los equipos de Papel y de Logística fueran liderados por L2s relativamente novatos, mientras que el HJ del evento nunca había arbitrado en un evento multi-formato antes.
¿Cual fue mi papel, entonces? Fui una especie de XO/Appeals Judge; básicamente, mi trabajo era apoyar al HJ en lo que necesitara.
Durante el torneo, tuvimos algunos inconvenientes. La falta de preparación ideal de los líderes de equipo se volvió aparente, ya que en ocasiones trataban el evento como si fuera “un PPTQ más.” No se comunicaban mucho entre sí, ni con el HJ, ni con los miembros de sus equipos. Y aunque tuve la posibilidad de intervenir de forma preventiva para evitar muchos de estos inconvenientes, no lo hice.
¿Acaso dejé que esto ocurra de forma intencional?
Sí.
Claro que no me quedé cruzado de brazos de forma indiferente. Tomé notas. Y en las ocasiones que vi que el impacto al evento seria considerable, intervine antes que pasara algo grave. Pero, lo más importante: hablé con todos al final del evento. Compartí mis observaciones y les pregunté a todos cómo se habían sentido. Para mí, parte del ejercicio era dejar que los jueces sintieran la presión que conlleva estar a cargo de una parte importante del evento, que aprendieran de la experiencia tanto como fuera posible.
Me gusta considerar esto como “caos controlado.” Hay cosas que están saliendo mal, pero sin dejar que afecten demasiado el evento. Es algo que se le pide a los L3 que hagan al observar a un L2 candidato a la certificación de TLC (Team Lead Certification): se le da la responsabilidad de liderar un equipo en un GP el domingo, cuando el evento principal es una fracción de lo que era el día anterior, y se deja que el candidato lleve el equipo y sus responsabilidades como lo considere pertinente. En caso que el candidato vaya a cometer algún error catastrófico o claramente no esté preparado, el L3 puede asumir el control de la situación o guiar al candidato de regreso a un camino seguro.
Un ejemplo simple es el del reloj de ronda: si el líder de equipo se olvida de asignar a un juez a que lo inicie, es probable que el L3 le recuerde o simplemente lo hagan ellos mismos cada ronda. Si el L3 asigna a alguien directamente, no sólo le quita autoridad al candidato dentro del ejercicio, sino que evita que lo sienta como algo crítico de lo que debe estar pendiente.
Ahora, si ese L3 decidiera apoyar al candidato en todo y en asegurarse que se encontraran con la menor cantidad de contratiempos posibles, el candidato estaría teniendo una experiencia bastante limitada a comparación de lo que es ser un líder de equipo en un GP. El tener la red de seguridad ayuda a brindar tranquilidad y garantiza que todo saldrá bien, pero sigue permitiendo que te caigas y te resbales.
En cualquier caso, siempre se debe de charlar con los otros jueces, y de ser posible hacerles una evaluación. Esto da una oportunidad para discutir por qué tomaron las decisiones que tomaron, compararlas con lo que ustedes habrían hecho y analizar lo sucedido. Nunca con ánimo de patear al que ya se encuentra caído; al contrario, con el ánimo de levantarlo y que ambas partes aprendan de la experiencia. Esta herramienta es increíblemente útil para enseñar a los demás, pero puede tener resultados malos si no se emplea con cuidado.
Como mensaje final, quiero recalcar la importancia de ser honestos con los demás y con ustedes mismos. Si están en una posición nueva en un evento, es porque alguien confía en sus habilidades y en su capacidad para lograrlo. Es normal y de esperarse que se equivoquen; nadie llega al programa de jueces siendo un maestro de reglas y políticas (bueno, quizá de reglas).
Buena suerte, ¡y no le huyan a la adversidad!