¿Por qué soy Juez? Ansiedad y jueceo – por Agustín Manavella

Agustín Manavella, Nivel 1 de Santa Fe, Argentina

Agustín Manavella, Nivel 1 de Santa Fe, Argentina

Hace más de dos años comencé este viaje por el submundo del jueceo y recuerdo más que ninguna otra cosa que cuando hablé por primera vez con mi mentor me hizo una pregunta que me parecería estar escuchándola ahora mismo: ¿Por qué querés ser juez?, lo extraño es que no recuerdo mi respuesta en absoluto.

Esta pregunta me causó más de una noche de insomnio y es algo recurrente cada vez que acomodo mi camisa negra en una valija, ya que, para mí, ir a un torneo lejos de mi tienda me resulta sumamente estresante, me agito, se me acelera el ritmo cardíaco y transpiro, solo de pensar que estoy próximo a un torneo (ni hablar los minutos previos al mismo).

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es un estado mental que se caracteriza por una gran inquietud, una intensa excitación y una extrema inseguridad.

Las respuestas  naturales que genera la ansiedad en una persona son: huir o luchar. En la antigüedad estos mecanismos surgían al tener que enfrentarse a las dificultades que la vida en la naturaleza les presentaba; pese a que hoy ya no existen esos problemas, han surgido otros nuevos que generan estrés y ansiedad en las personas. El peligro a veces es real, pero otras veces se encuentra condicionado por las experiencias que cada individuo haya tenido que enfrentar previamente; esto último ocurre, por ejemplo, en los trastornos de ansiedad. El miedo funciona como un mecanismo de defensa, pero si la respuesta a la que conduce es nociva para el individuo, es imprescindible atreverse a enfrentarlo. (https://definicion.de/ansiedad)

Lo cual nos responde la pregunta inicial del artículo: ¿Por qué decidí ser juez? Básicamente, porque tengo q hacerlo, por que no puedo dejar que la ansiedad tome control sobre mis acciones, y porque exponerme a un ambiente en el que esté en el centro de la acción, donde la gente recurra a mí para resolver problemas y donde parte de la responsabilidad recaiga directamente sobre mis acciones, es una forma enfrentar estos problemas, lo cual suena muy digno, pero llevarlo a la práctica no es algo tan sencillo.

Crisis de la primer mitad del torneo

Comenzar un torneo es el equivalente a una pesadilla, estás lejos de tu zona de confort, es el lugar donde todo puede salir mal, es el momento tan temido, donde el estrés y la presión aumentan a medida que los preparativos se van realizando, vas repasando mentalmente todas las IPG, todos los consejos, y siempre parece que no estás suficientemente listo.

Durante el torneo todo empieza a mezclarse. Por un lado, la cantidad de cosas que hay por hacer resultan en que no pueda pensar en forma consciente sobre los problemas que puedan surgir, pero de todas formas se traducen a una sensación que no encontré una mejor forma de describir que como un conjunto de aturdimiento, ahogo y languidez.

Esto lleva a su vez, a que el estrés siga creciendo en mi, y es inevitable tener picos de ansiedad cada vez que hay un llamado, incluso muchas veces siento la necesidad de corroborar con otros jueces que los rulings dados son los correctos (incluso cuando ya estoy seguro de que lo son).

La crisis de la segunda mitad del torneo

Por más extraño que pueda parecer, por lo menos en mi caso, el momento de quiebre siempre viene cerca de la penúltima ronda, cuando todo está saliendo bien.

Una vez que el torneo está siguiendo su curso habitual y todo va de acuerdo a lo planeado, ahí es donde uno empieza a bajar la guardia, toda la ansiedad y estrés “reprimido” cobran la factura por tratar de ignorarlos todo el dia, lo cual termina desestabilizando todo para lo que uno se preparó.

Uno está tan dispuesto a enfrentarse con las cosas malas del torneo, que termina inclinando sus defensas contra esto, pero nunca prevees que todo salga bien, y muchísimo menos que la gente te diga que estás trabajando bien, y cuando sucede, es cuando no sabés cómo reaccionar y te volvés un ser con la estabilidad emocional de un nene de 5 años al que se le acaba de morir la mascota, todo te pone sensible, todo te afecta y es algo que es muy complicado de resolver en el corto plazo que conlleva un torneo, pero en el contexto la evolución personal como juez, la práctica y la sucesión de torneos, hacen realmente que esto sea cada vez más sencillo de sobrellevar.

La paz del momento

Una vez que el torneo finaliza toda la presión se disipa, puedo volver a ser yo, todo está en calma, yo estoy en calma, puedo recapitular el día con más tranquilidad. En este momento reflexiono sobre todos los altibajos del torneo, todo lo que pasé y todo lo que aprendí, y me doy cuenta que todos los problemas que me invento, no son nada en comparación a la infinita cantidad de cosas positivas que puedo sacar de un torneo.

Estos momentos en general se cierran con cenas entre los jueces, donde nos contamos anécdotas, nos reímos, nos dan ese valiosísimo feedback que tanto estamos esperando para mejorar, al final del día estoy feliz de haber hecho lo que hice, al final del día todo valió la pena.

¿Por qué vuelvo a elegir ser juez todos los días?

Las razones son muchas, y todas tienen nombre y apellido.

 



Si algo aprendí en este tiempo es que todos los jueces están locos, pero con una locura muy agradable y compatible con la mía, son de las mejores personas que he conocido. Todos y cada uno de ellos estuvieron siempre dispuestos a ayudarme en todos los problemas que he tenido, tanto dentro como fuera de los torneos, varios trascendieron de compañeros de trabajo a verdaderos amigos, hoy por hoy el Programa de Jueces es parte de mi vida, y una de las mejores partes.

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